sábado, 20 de septiembre de 2008

1° Campaña " Por los chicos Tobas", doná un juguete











Esta es nuestra primera campaña por los chicos tobas: estamos cosiendo, tejiendo y confeccionando juguetes hechos en casa; con nuestras manos y mucho amor.


Sumate a nosotras, con otros juguetes hechos por vos, con restos de telas o hilados, con accesorios como puntillas, cintas, botones, o lo que creas se puede usar si vos no tenés tiempo para hacerlo.


Todo sirve. Todo es bienvenido.




Podes descargar los moldes y las indicaciones para hacer los juguetes que proponemos.




Si tenés algún diseño para acercarnos serán bienvenidos.




Desde ya muchas gracias en nombre de los chicos.
Si quieres hacer los juguetes mirá algunas ideas y moldes AQUI

La situación de los Tobas en el Chaco, Argentina

En estos tiempos el Chaco concita la atención de todo el mundo. Prensa y televisión global vienen a mirar los estragos de la desnutrición que afecta a miles de aborígenes en los bosques que se conocen -ya impropiamente- como El Impenetrable.Mi colega y amiga Cristina Civale, autora del blog Civilización y Barbarie, del diario Clarín, me invita a acompañarla. No es la primera invitación que recibo, pero sí la primera que acepto. Rehusé viajar antes de las recientes elecciones, porque, obviamente, cualquier impresión escrita se habría interpretado como denuncia electoral. Y yo estoy convencido, desde hace mucho, de que la espantosa situación socioeconómica en que se encuentran los pueblos originarios del Chaco, y su vaciamiento sociocultural, no son mérito de un gobierno en particular de los últimos 30 o 40 años (los hubo civiles y militares; peronistas, procesistas y radicales) sino de todos ellos.Primero nos detenemos en Sáenz Peña, la segunda ciudad del Chaco (90 mil habitantes), para una visita clandestina -no pedida ni autorizada- al Hospital Ramón Carrillo, el segundo más importante de esta provincia. Civale toma notas y entrevista a pacientes indígenas en las salas de Tisiología, mientras yo recorro los pasillos mojados bajo las infinitas goteras de los techos, y miro las paredes rotas, despintadas y sucias, los patios roñosos y un pozo negro abierto y rebalsando junto a la cocina.Aunque el frente del hospital está recién pintado, detrás hay un basural a cielo abierto en medio de dos pabellones. Vidrios y muebles rotos, escombros, radiografías, cascotes y deshechos quirúrgicos enmarcan las salas donde los pacientes son sólo cuerpos chupados por enfermedades como la tuberculosis o el Chagas. Me impresiona la mucha gente que hay tirada en los pisos, no sé si son pacientes o familiares, lo mismo da.Una hora después, en el camino hasta Juan José Castelli -población de 30 mil habitantes que se autocalifica “Portal del Impenetrable”- la desazón y la rabia se perfeccionan al observar lo que queda del otrora Chaco boscoso. Lo que fue imperio de quebrachos centenarios y fauna maravillosa, ahora son campos quemados, de suelo arenoso y desértico, con raigones por doquier esperando las topadoras que prepararán esta tierra para el festival de soja transgénica que asuela nuestro país.Entramos -nuevamente por atrás- al Hospital de Castelli, que se supone atiende al 90 o 95 por ciento de los aborígenes de todo el Impenetrable. Lo que veo allí me golpea el pecho, las sienes, los huevos: por lo menos dos docenas de seres en condiciones definitivamente inhumanas. Parecen ex personas, apenas piel sobre huesos, cuerpos como los de los campos de concentración nazis.Una mujer de 37 años que pesa menos de 30 kilos parece tener más de 70. No puede alzar los brazos, no entiende lo que se le pregunta. Cinco metros más allá una anciana (o eso parece) es apenas un montoncito de huesos sobre una cama desvencijada. El olor rancio es insoportable, las moscas gordas parecen ser lo único saludable, no hay médicos a la vista e impera un silencio espeso, pesado y acusador como el de los familiares que esperan junto a las camas, o tirados en el piso del pasillo, también aquí, sobre mantas mugrientas, quietos como quien espera a la Muerte, esa condenada que encima, aquí, se demora en venir.Siento una furia nueva y creciente, una impotencia absoluta. Le pregunto a una joven enfermera que limpia un aparador vidriado si siempre es así. “Siempre”, responde irguiéndose con un trapo sucio en la mano, “aunque últimamente han sacado muchos, desde que empezó a venir la tele”.Es flaquita y tiene cara de buena gente: se le ve más resignación que resentimiento. Son 44 enfermeros en todo el hospital pero no alcanzan para los tres turnos. Trabajan ocho horas diarias cinco días por semana y cobran alrededor de mil pesos los universitarios, y menos de 600 los contratados, como ella. Los días de lluvia los techos se llueven y esto es un infierno, dice y señala los machimbres podridos y los pozos negros saturados que revientan de mierda en baños y patios. Y todo se lava con agua, nomás, porque “no tenemos lavandina”.Camino por otro pasillo y llego a Obstetricia y Pediatría. Allí todos son tobas. Una chiquilla llora ante su hijo, un saquito de huesos morenos con dos ojos enormes que duele mirar. Otra joven dice que no sabe qué tiene su nena pero no quiere que muera, aunque es obvio que se está muriendo. Hay una veintena de camas en el sector y en todas lo mismo: desnutrición extrema, mugre en las sábanas, miles de moscas, desolación y miedo en las miradas.Después viajamos otra hora y el cuadro se hace más y más grotesco. Paramos en Fortín Lavalle, Villa Río Bermejito, las tierras allende el Puente La Sirena, los parajes El Colchón, El Espinillo y varios más. Son decenas de ranchos de barro y paja, taperas infames donde se hacinan familias de la etnia Qom (tobas). Todas, sin excepción, en condiciones infrahumanas.Digan lo que digan, estas tierras -más de tres millones de hectáreas- fueron vendidas con los aborígenes dentro. Son varios miles y están ahí desde siempre, pero no tienen títulos, papeles, ni saben cómo conseguirlos. Los amigos del poder sí los tienen, y los hacen valer. El resultado es la devastación del Impenetrable: cuando el bosque se tala, las especies animales desaparecen, se extinguen. Los seres humanos también.Y aunque algunas buenas almas urbanas digan lo contrario, y se escandalicen ciertas dirigencias, en el ahora ex Impenetrable chaqueño palabras duras como exterminio o genocidio tienen vigencia.Desfilan ante nuestros ojos enfermos de tuberculosis, Chagas, lesmaniasis, niños empiojados que sólo han comido harina mojada en agua, rodeados de perros flacos, huesudos y ojerosos como sus dueños. Se llaman Margarita, Nazario, Abraham, María y lo mismo da. Casi todos dicen ser evangelistas, de la Asamblea de Dios, de la Iglesia Universal, de “los pentecostales” o “los anglicanos”. Involuntariamente irónico, evoco a Yupanqui: “Por aquí, Dios no pasó”.Al caer la tarde estoy quebrado, roto, y sólo atino a borronear estos apuntes, indignado, consciente de su inutilidad. Al partir de regreso veo en un caserío un cartel deshilachado por el sol: “Con la fuerza de Rozas, vote lista 651″.Y en la pared de un rancho de barro, seguramente infestada de vinchucas, veo un corazón rojo como el de los pastores mediáticos brasileños de “Pare de sufrir”. Abajo dice: “Chaco merece más. Vote Capitanich”.A unos 400 kilómetros de aquí el escrutinio final de las elecciones avanza lenta, nerviosamente. En alguna oficina el ministro de Salud de esta provincia seguirá negando todo esto, mientras el gobernador se prepara para ser senador y vivir en Buenos Aires, bien lejos de aquí, como casi todos los legisladores.¡Nunca antes, el Chaco ni este país me habían dolido tanto.!!!Así están los niños en el Chaco…En un fallo inédito, la Corte Suprema de la Nación intimó al gobierno nacional y al de Chaco que brinden asistencia a las comunidades tobas.En las últimas semanas hubo once muertes por desnutrición. Para intervenir en el caso, el máximo tribunal consideró la “gravedad y urgencia” de la situación.El Estado nacional y el gobierno chaqueño deberán proveer de alimentos y agua potable a las comunidades aborígenes de la provincia. Así lo resolvió en un inédito fallo la Corte Suprema de Justicia, luego de admitir una medida cautelar presentada por la Defensoría del Pueblo de la Nación para que se adoptaran las medidas necesarias que “detengan el exterminio” de los pueblos originarios en esa provincia. El organismo había realizado un relevamiento en el noroeste y el sudeste del territorio a través del cual constató “el nivel de abandono en el que vive la población”, víctima de enfermedades como el mal de Chagas y tuberculosis. En la sentencia, el máximo tribunal sostuvo que “está en juego el derecho a la vida y la integridad física de las personas”.Al aceptar la medida cautelar solicitada por el defensor, los jueces de la Corte ordenaron a los demandados -el gobierno nacional y el de Chaco- que garanticen el suministro de agua potable y alimentos a los aborígenes, además de medios de transporte y comunicación adecuados para cada una de las unidades sanitarias ubicadas en las diferentes regiones. “La Corte consideró la gravedad y urgencia de los hechos denunciados y destacó la necesidad de adoptar la medidas conducentes que tiendan a garantizar la eficacia de los derechos y evitar que éstos sean vulnerados”, sostuvo un comunicado del tribunal al dar a conocer el fallo.Además, la Corte resolvió convocar a una audiencia pública y requerir informes a la provincia de Chaco y al Estado nacional sobre la situación de los aborígenes. La decisión de los supremos sigue la línea establecida por el tribunal de ocuparse y hacer el seguimiento de casos donde existen derechos colectivos conculcados, como la situación en las cárceles o la contaminación del Riachuelo.Ahora, los magistrados resolvieron sobre la base de una presentación de Eduardo Mondino, el defensor del Pueblo, que hizo un relevamiento en los departamentos de General Güemes y Libertador General San Martín. Allí, en los últimos dos meses, once personas, en su mayoría ancianas, murieron por desnutrición.En equipo de la Defensoría detectó en el Paraje Colonia 10 de Mayo, en General Güemes, que todos los habitantes entrevistados manifestaron tener vinchucas en sus casas. También dijeron que en treinta años nunca recibieron fumigación. La única unidad sanitaria a disposición tiene una sola camilla, una única balanza y una heladera fuera de funcionamiento. Al momento de la visita de los especialistas del organismo, no contaba con medicación ni con vehículo para transportar enfermos.Otro de los lugares visitados fue el paraje El Colchón, del mismo departamento. Organizaciones sociales de la región denunciaron casos de desnutrición grave en el paraje. De acuerdo con el mismo relevamiento, las familias extraen agua de charcos donde también acceden los animales.Con similar situación de precariedad se convive -de acuerdo al informe presentado ante la Corte- en el paraje Campo Alemani, en el departamento de General San Martín, donde las familias no tiene letrina y el agua se saca de un pozo construido por una organización social.El relevamiento permitió al organismo corroborar “el estado de extrema gravedad de la población aborigen”. “No tienen alimentos ni agua potable. La situación empeora aún más por el alto nivel de enfermedades endémicas que afecta a los pobladores, como el Chagas, la tuberculosis, la desnutrición, broncopatías, parasitosis y sarna”, señala el informe. El organismo también detalla “las dificultades para obtener atención médica, ya que es imposible acceder a las unidades sanitarias y aun haciendo el esfuerzo para llegar al lugar, las unidades sanitarias no tienen medicamentos o son insuficientes”. El Instituto del Aborigen Chaqueño había advertido sobre la situación de las comunidades tobas. A través de una resolución, el organismo provincial declaró meses atrás el estado de emergencia sanitaria y alimentaria de los pueblos indígenas de la provincia.Con este mapa de situación, Mondino presentó a principios de este mes una demanda para que se termine la “situación de exterminio silencioso, progresivo, sistemático e inexorable” de los aborígenes. La Corte hizo lugar a su reclamo.—Información obtenida de : http://www.servindi.org/* Mempo Giardinelli, escritor y periodista, nació en Resistencia, Chaco en 1947, ciudad a la que regresó para radicarse en 1990, después de años de peregrinaje que incluyeron 8 años de exilio en México. Ha publicado La revolución en bicicleta (novela, 1980; Seix Barral, 1996), El cielo con las manos (novela, 1981; Seix Barral 1996), Vidas ejemplares (cuentos, 1982), Luna caliente (Premio Nacional de Novela en México 1983; Seix Barral, 1995), El género negro (ensayo, 1984), Qué solos se quedan los muertos (novela, 1985), Antología personal (cuentos, 1992), El castigo de Dios (cuentos, 1994), Santo oficio de la memoria (novela, VIII Premio Internacional “Rómulo Gallegos” 1993; Seix Barral, 1997) e Imposible equilibrio (Planeta, novela, 1995). Fundó y dirigió la revista “Puro Cuento” entre 1986 y 1992. Ha publicado artículos, ensayos y cuentos en diarios y revistas de todo el mundo. Sus obras han sido traducidas a una docena de lenguas.

Los tobas, quienes son


Toba
De Wikipedia, la enciclopedia libre



Los tobas (del guaraní, tová: rostro, cara, frente) son una etnia del grupo pámpido que habita en el Gran Chaco. Hacia el siglo XVI habitaba gran parte del Chaco Central y del Chaco Austral.
La etnia toba se autodenominaba en su idioma ntokóit, luego comenzaron a utilizar el autoetnónimo q'om o qom (hombre) y más infrecuentemente por el uso de su propio idioma: qom'lek o qom'lik. Como habitualmente ocurre con las grafías de nombres indígenas se encuentran muchas variantes en la escritura de estas palabras. El nombre tová es un mote guaraní y significa "frente" debido a que los qom solían practicar la decalvación de la parte delantera del cuero cabelludo; por el mismo motivo los españoles les llamaron "frentones" (nombre dado también a los abipones por motivos similares). En el Paraguay se los solía también denominar emok, término enlhet que significa prójimo o paisano.[1]
En 2007 las principales agrupaciones de este pueblo se encuentran en el este del departamento de Tarija en Bolivia; en el este de la provincia de Formosa, el centro y este de la provincia del Chaco y el norte de la provincia de Santa Fe en la Argentina y en el Chaco Boreal del Paraguay. En la Argentina son unos 20.600 (19.800 hablantes de la lengua), 146 en Bolivia y 700 en Paraguay. En el oeste de la provincia de Formosa se han mixogenizado con los pilagás, siendo denominados toba-pilagás.
Existe una intensa migración interna hacia el Gran Rosario (encontrándose allí el Barrio Toba de Rosario); y hacia el noreste de la provincia de Santiago del Estero. Otro asentamiento Barrio Toba (La Plata) se encuentra en el Partido de La Plata, en la provincia de Buenos Aires.
Como típicos pámpidos se caracterizan por sus elevadas tallas y por predominar entre ellos los individuos dolicocéfalos.
Se les considera una de las más importantes etnias del grupo llamado guaycurú (o guaykurú), voz de tono insultante que dieron los guaraníes a sus principales oponentes en el Gran Chaco.
Su lengua se denomina qomlaqtaq y desde el punto de vista lingüístico se le suele incluir dentro del grupo de lenguas guaycurúes, o en el de las macropanoanas. Forma parte de la familia lingüística mataco-guaycurú.